lunes, 12 de octubre de 2009

Luna de miel orientada

Soy una reincidente. Sí, soy de las que se golpean dos veces con la misma piedra, de las que se queman dos veces con el mismo fuego y de las que se hacen el cavado profundo…osea… no aprendo del sufrimiento.
Es así como llegué a mi segundo matrimonio y a la consabida luna de miel.
Este marido a estrenar es un amante de la tecnología. Es decir, mis celos no se producen por la posibilidad de que me cambie por una de veinte, sino que me cambie por un microchip.
Bueno, la cosa es que decidimos aprovechar las 7 noches pagas del hotel sindical en Mar del Plata. Grande fue mi sorpresa cuando mi esposo me informó que él NUNCA HABÍA ESTADO EN MAR DEL PLATA!!!! Cómo????!!!!! Pero si todo el mundo conoce la Ciudad Feliz!!! Bueno… él conocía Machu Pichu y todos los lugares a los que había viajado gracias al Google Earth.
Recuperada de mi sorpresa caí nuevamente en el sopor de la inconciencia cuando me informó que iba a pedirle a un amigo QUE LE PRESTARA EL GPS!!!! Ehhhhh????!!!! Si es ruta 2 derechito!!!…pero no hubo manera de convencerlo. A los tres días teníamos el aparatito en casa. Yo supuse que sólo iba a indicar en la pantalla la ruta para llegar a algún lado, pero no solamente hacía eso: HABLABA!!!!
“Gire a la derecha”- decía el aparatito- “ y siga NUEVE cientos metros”. Me pareció que si bien había un error gramatical, no era correcto corregir a la chica que hablaba porque era española, y ya sabemos lo que dicen de los gallegos.
Bueh…con las indicaciones de “La Lola” (así bauticé a GPS) llegamos sanos y orientados a Mardel que nos esperaba con su más tibio sol y su más frío viento. Luego de pasar algunos minutos frente al mar entendí eso de “Las olas y el viento, zucundum, zucundum”, porque el viento te zarandeaba de una manera espeluznante.
Obviamente, mi marido nerd no quería caminar desde La Perla hasta Playa Grande, así que nos subimos al auto y así, junto con La Lola, recorrimos la ciudad.
“Gire a la derecha y luego gire a la derecha y gire a la derecha”- nos indicaba para dar una vuelta manzana.
- Qué se cree esta mierda, que soy un trompo???- decía indignado mi bomboncito cibernauta.
De tanto en tanto mi marido, se retovaba a las indicaciones femeninas y le hacía a la maquinita lo mismo que me hace a mí. se metía sus indicaciones en el culo. Entonces La Lola le decía “Recalculando”, y le indicaba una nueva ruta que, obviamente, tampoco seguía ( pienso yo que para demostrar que el macho era él y que nadie le decía lo que tenía que hacer). La pobre maquinita recalculaba y recalculaba trayectorias. Yo, para mis adentros recalculaba que el GPS en cualquier momento iba a mandar a la concha de mi cuñada a mi marido y estaba preparada para desconectar a La Lola en cuanto se pusiera agresiva. Tampoco era cuestión que la gallega nos aguara la luna de miel.
Así pasamos las 7 noches con sus correspondientes días, juntitos los tres: La Lola, mi marido y yo.
Gracias a ella volvimos a Buenos Aires. Gracias a ella no nos perdimos nunca. Y gracias a ella ya sé qué regalarle a mi marido para su cumpleaños: un GPS. Pero voy a pedir una maquinita con voz masculina porque… los hombres se entienden mejor, viste.

domingo, 18 de enero de 2009

Aprendiendo a ser mujer

A lo largo de estos años he comprobado que la mujer, en ningún caso es una representante del “sexo débil”. Eso es algo que tiene que ver con el marketing, una creencia popular que las mujeres hemos utilizado con total deslealtad comercial. Yo soy mujer, no tendría que decirlo, pero desde que me he decidido reincidir en esto de la convivencia me convertí en una más del montón.
Yo siempre me consideré muy fuerte, casi varonil podríamos decir. No le hacía asco a levantar peso, cambiar bombitas, pintar un depto, arreglar el depósito del baño, hacer un asado para los amigos y pelearme con el mecánico. Recuerdo cuando en mis momentos de soltería me vanagloriaba de saber y poder hacer todas esas cosas tan “masculinas”. Más de una me dijo que ella también sabía hacerlo pero que prefería que su marido no tuviera esa información porque si no ella iba a tener que encargarse de todas esas tareas. Se podría decir que hasta llegué a despreciar esa actitud tan poco feminista y dependiente de este grupete de mujeres que dejaban tan abajo a nuestro sexo. Pero desde hace unos meses a esta parte me he convertido en una de ellas. Actualmente sufro hipertonía muscular: no logro levantar peso, cargar bolsas de supermercado ni llevar bandejas a ninguna habitación más allá de la cocina. También sufro de atrofia pues no logro estirar mis brazos para llegar al último estante de la alacena. La lumbalgia me está matando…no logro estirar sola las sábanas…necesito muuuuucha ayuda. Ni qué hablar de los sinsabores que me trae últimamente el planchado. Las telas ya no son las de antes…se arrugan al mínimo toque, por eso no plancho más que remeras de algodón que de tanto estirarlas cuando las pongo a secar, casi ni plancha necesitan. He comenzado a sentir los efectos del Alzehimer pues he olvidado cómo cambiar bombitas, arreglar el tanque del inodoro, clavar clavitos, conectarme a Internet , controlar el aceite al auto, pagar las cuentas del depto, y sacar mis bombachas mojadas de la canilla de la bañadera..
Sin embargo he adquirido nuevas destrezas como por ejemplo: gimotear ante una comida medio quemada ( eso asegura una visita del chico del delivery), lagrimear ante una película ridículamente cursi ( eso asegura un abrazo, un beso tierno y con suerte un cuarto kilo de helado). Mirar con cara de perro apaleado cuando el auto recalienta ( eso garantiza que mis uñas esculpidas no sufrirán ningún daño). “Olvidar” la llamada de ciertas personas siempre indeseables para una nuera que se precie. Mostrar una camisa planchada para el tujes como una obra maestra… él se conmoverá por nuestros esfuerzos y traerá como recompensa que él me evite “LA MALA SANGRE DE TENER QUE PLANCHAR ESAS CAMISAS TAN DIFÍCILES”. Exclamar interjecciones a viva voz para que inmediatamente se acerque a la computadora y solucione el balurdo en el que me meto dos por tres.Sollozar ante el primer eleve en el tono de voz de él, y lo más importante: aprendí a decir, quizá casi gritar con tonito de súplica para pedir algo que está o no a mi alcance “MI AMOOOOOOOOOOOOOR, VOS QUE SOS TAAAAAAAAN BUENO, ME PODÉS…”. ( de esto no hay que abusar mucho porque ellos se cansan fácilmente, se rompen las pelotas y te dejan sola después de dar un portazo).
Bueno chicas, como verán, ya soy una de ustedes. Las admiro por lo inteligentes que han sido. Prometo nunca más juzgarlas. Seguir sus pasos porque al final:
Hay chicas que débiles nacen.
Hay otras que débiles son.
Hay mujeres que débiles hacen
A los que débiles no son.
Hay débiles por conveniencia.
Hay débiles por convicción
Y hay otras que haciéndose las débiles
La pasan MUUUUCHO MEJOR