domingo, 18 de enero de 2009

Aprendiendo a ser mujer

A lo largo de estos años he comprobado que la mujer, en ningún caso es una representante del “sexo débil”. Eso es algo que tiene que ver con el marketing, una creencia popular que las mujeres hemos utilizado con total deslealtad comercial. Yo soy mujer, no tendría que decirlo, pero desde que me he decidido reincidir en esto de la convivencia me convertí en una más del montón.
Yo siempre me consideré muy fuerte, casi varonil podríamos decir. No le hacía asco a levantar peso, cambiar bombitas, pintar un depto, arreglar el depósito del baño, hacer un asado para los amigos y pelearme con el mecánico. Recuerdo cuando en mis momentos de soltería me vanagloriaba de saber y poder hacer todas esas cosas tan “masculinas”. Más de una me dijo que ella también sabía hacerlo pero que prefería que su marido no tuviera esa información porque si no ella iba a tener que encargarse de todas esas tareas. Se podría decir que hasta llegué a despreciar esa actitud tan poco feminista y dependiente de este grupete de mujeres que dejaban tan abajo a nuestro sexo. Pero desde hace unos meses a esta parte me he convertido en una de ellas. Actualmente sufro hipertonía muscular: no logro levantar peso, cargar bolsas de supermercado ni llevar bandejas a ninguna habitación más allá de la cocina. También sufro de atrofia pues no logro estirar mis brazos para llegar al último estante de la alacena. La lumbalgia me está matando…no logro estirar sola las sábanas…necesito muuuuucha ayuda. Ni qué hablar de los sinsabores que me trae últimamente el planchado. Las telas ya no son las de antes…se arrugan al mínimo toque, por eso no plancho más que remeras de algodón que de tanto estirarlas cuando las pongo a secar, casi ni plancha necesitan. He comenzado a sentir los efectos del Alzehimer pues he olvidado cómo cambiar bombitas, arreglar el tanque del inodoro, clavar clavitos, conectarme a Internet , controlar el aceite al auto, pagar las cuentas del depto, y sacar mis bombachas mojadas de la canilla de la bañadera..
Sin embargo he adquirido nuevas destrezas como por ejemplo: gimotear ante una comida medio quemada ( eso asegura una visita del chico del delivery), lagrimear ante una película ridículamente cursi ( eso asegura un abrazo, un beso tierno y con suerte un cuarto kilo de helado). Mirar con cara de perro apaleado cuando el auto recalienta ( eso garantiza que mis uñas esculpidas no sufrirán ningún daño). “Olvidar” la llamada de ciertas personas siempre indeseables para una nuera que se precie. Mostrar una camisa planchada para el tujes como una obra maestra… él se conmoverá por nuestros esfuerzos y traerá como recompensa que él me evite “LA MALA SANGRE DE TENER QUE PLANCHAR ESAS CAMISAS TAN DIFÍCILES”. Exclamar interjecciones a viva voz para que inmediatamente se acerque a la computadora y solucione el balurdo en el que me meto dos por tres.Sollozar ante el primer eleve en el tono de voz de él, y lo más importante: aprendí a decir, quizá casi gritar con tonito de súplica para pedir algo que está o no a mi alcance “MI AMOOOOOOOOOOOOOR, VOS QUE SOS TAAAAAAAAN BUENO, ME PODÉS…”. ( de esto no hay que abusar mucho porque ellos se cansan fácilmente, se rompen las pelotas y te dejan sola después de dar un portazo).
Bueno chicas, como verán, ya soy una de ustedes. Las admiro por lo inteligentes que han sido. Prometo nunca más juzgarlas. Seguir sus pasos porque al final:
Hay chicas que débiles nacen.
Hay otras que débiles son.
Hay mujeres que débiles hacen
A los que débiles no son.
Hay débiles por conveniencia.
Hay débiles por convicción
Y hay otras que haciéndose las débiles
La pasan MUUUUCHO MEJOR